7Década de los 70 - 1988: Cine avenida

A medida que el grupo crece, las necesidades de un nuevo lugar para ensayar y guardar la ropa son cada vez mayores, por ello, es necesario buscar una ubicación más adecuada. En ese momento, la Parroquia Inmaculada Concepción en Sabino Arana, sin mayor problema, cede 4 locales: el antiguo salón del Cine Avenida para ensayar, un cuarto para guardar el vestuario, y otras dos salas que se utilizan como euskaltegi (donde muchos miembros del grupo empiezan a aprender euskera) y txoko.

En esas salas se organizan actividades o simplemente se reúnen y divierten los miembros del grupo de aquella época, y es que uno de los principales objetivos del Beti Jai Alai ha sido siembre alejarse del modelo clásico de academia, e intentar que el grupo, que siempre ha sido gestionado por personas voluntarias, tanto para dirigir, como para enseñar o colaborar en temas de investigación o formación, sea una herramienta que sirva para establecer relaciones entre personas que a pesar de tener ideologías o puntos de vista diferente, tengan en común el deseo de conocer y difundir la cultura vasca.

Areto horietan jarduerak antolatzen dira edo, besterik gabe, garai hartako taldekideak biltzen eta dibertitzen dira. Izan ere, Beti Jai Alairen helburu nagusietako bat akademiaren eredu klasikotik aldentzea izan da beti, eta, ideologia edo ikuspuntu desberdinak izan arren, euskal kultura ezagutzeko eta zabaltzeko nahia komunean duten pertsonen arteko harremanak ezartzeko tresna izan dadin saiatzea.

En esos años en los que en la mayoría de los carteles de fiestas de los pueblos y ciudades aparece un grupo de danzas, el grupo recorre la mayor parte de los pueblos de Bizkaia, a la vez que comienza a ampliar el repertorio de bailes y vestuario, intentando reflejar de la manera más fidedigna posible las danzas y tradiciones de pueblos de toda Euskal Herria.

Son años en los que, grabadora en mano, se visitan muchos pueblos que siguen manteniendo vivas sus tradiciones, para aprender y poder representaras posteriormente a lo largo de toda Euskal Herria; años en los que se inician contactos con grupos de danza autóctonos y con los que en la mayoría de los casos se han mantenido relaciones hasta hoy día.

Esta ha sido la filosofía que ha caracterizado al Beti Jai Alai en toda su trayectoria, un grupo de danzas urbano que, salvo en una época posterior en la que ha recreado algunas danzas perdidas, se ha dedicado a representar fielmente las danzas tradicionales de la mayor parte de la geografía de Euskal Herria.

En esta época se aprendien la Dantzari Dantza al estilo de Iurreta, Kaixarranda y Eguzki Dantaza de Lekeitio, Mahaigainekoak de Mendexa, danza de aros de Lanestosa, Xemeingo Dantza, Txakolin, Luzaideko Dantzak…

Entre las relaciones que se forjaron esos años, cabe destacar la que se mantiene con el grupo Argia de Donostia, grupo que en aquella época tuvo gran influencia y que aportó un cambio importante en el mundo de la danza y el folklore vasco.

También se mantienen lazos muy estrechos con la Federación de danzas, Euskal Dantzarien Biltzarra, que comienza a trabajar en Hegoalde a principios de los años 70, y que incluso llega a utilizar el propio local del Beti Jai Alai para algunos ensayos y reuniones.

En esta época en la que los trikitrilaris o txistularis que estuvieron en los comienzos (Salvador Ugarte, Balbino Ojanguren, Silvestre Elezkano “Txilibrin”, Segundo Aldama…) ya no estan, van llegando nuevos músicos que aprenden a tocar varios instrumentos además del txistu (alboka, txalaparta, gaita…). Ese es el caso de Kepa Junkera, Iñaki Zabaleta, “Motriko”, o Iñaki Egiluz, que en algunos casos han llegado a ser músicos relevantes.

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